Los traileros de la muerte
Rogelio Guedea
En nuestra entidad se ha perdido toda sensibilidad hacia la muerte. Se asesina a diario sin que, ya desde hace mucho tiempo, se haga nada para evitarlo o castigarlo. Mucho menos para cambiar el rumbo. Todos los días, a plena luz, se cometen crímenes que van a dar al saco de la impunidad y de la indiferencia. Nadie siente ya nada por eso, menos las autoridades. Es un asunto que parece no tener fin y no hay nadie a quien se le vea verdadera voluntad de detenerlo. Es triste, de verdad.
También es triste lo que sucede todos los días en la autopista Colima-Manzanillo. Los accidentes ocasionados por la imprudencia de los tráileros es algo que está a la vista de todos, pero que de igual modo las autoridades no hacen nada para detenerlo, ni cambiarlo. No hay ni un solo plan como para intentar parar esa ola de muertes. Hace unos días murió una persona muy querida en el gremio magisterial de nuestra entidad, conocida como la señora Soco (Ma. Socorro Hernández). Estuvo involucrada, otra vez, en un accidente de tráileres, algo que se ha vuelto muy común también entre nosotros. Son los mismos que le han arrebatado la vida a cientos de conductores, entre ellos niños, y dejado sobrevivientes pero con graves secuelas a otros cientos. De igual modo, nadie hace nada por detener esto que me parece todavía peor que los crímenes que padecemos todos los días en las calles de nuestra ciudad.
Los traileros no respetan los límites de velocidad ni tampoco hay en la autopista quien se los haga respetar. Antes uno veía a los llamados federales de camino poniendo, al menos con la sola presencia, un poco de orden en los caminos. Ahora no hay nadie que lo haga.
Pusieron en la autopista reductores de velocidad que lo único que hacen es dañar la suspensión de los automóviles, fuera de ahí no sirven para otra cosa. Las carreteras están desoladas, sin autoridad, y los tráileros conducen sus enormes armatostes como les viene en gana. No una sino varias veces nos hemos librado de percances por la irresponsabilidad de estos verdaderos asesinos del volante: van a exceso de velocidad, se cruzan intempestivamente en el camino, no respetan a otros conductores, les importa nada causar accidentes.
En ocasiones he llegado a pensar que hasta lo hacen a propósito. No es normal lo que está sucediendo en la autopista Colima-Manzanillo. La negligencia, provocada por la falta de autoridad, es una de las causas principales de todo esto, la razón real de que tanta gente esté muriendo por causa de esta irresponsabilidad.
Luego de la muerte de la señora Soco, los líderes de las secciones 6 y 39 del SNTE se comprometieron a revisar lo que está sucediendo con este tema. Es algo que requiere un cambio urgente. Ojalá también que se involucre la gobernadora Indira Vizcaíno y todos los responsables de proteger la integridad de los tantos ciudadanos y ciudadanas que por trabajo o por otro tipo de imperativos se tienen que trasladar a Manzanillo o Tecomán con el riesgo de morir por culpa de un irresponsable chofer.
No puedo uno ya tampoco planear un viaje de esparcimiento porque si le agarra a uno la noche en Manzanillo o Tecomán, corre el riesgo de sufrir un accidente. Si esta grave problemática se solucionara, estoy seguro que habría beneficios incluso para el sector turístico.
Por eso, ojalá que las autoridades correspondientes ponga ya de una buena vez manos a la obra.
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