Rogelio Guedea
“La FIL Guadalajara, un espacio en el que cabemos todos” No sé cuántos años tengo ya participando activamente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (quince, veinte quizá), pero tengo una certeza: es la madre de todas las ferias a nivel internacional (para mí, incluso, mayor que la también reconocida Frankfurt) y el espacio en donde convergen, con mayor asiduidad y pasión, editores, autores, agentes literarios, promotores, bibliotecarios, etcétera. La FIL reúne, por un periodo de nueve intentos (y a veces exhaustos) días a lo mejor de la cultura mundial sin discriminación de ningún tipo. Es una Feria abierta, plural, diversa, dinámica, solidaria, tolerante, en la que caben todas las ideas, todas las ideologías (pues no es una condición para asistir a ella), todas las razas, todos los puntos de vista y todas las manifestaciones del arte y la cultura. Por eso es una Feria a la que todos admiramos y queremos, una feria a la que todos queremos visitar y vivenciar. Contra toda intolerancia, la FIL Guadalajara ha representado un oasis para la tolerancia y el intercambio inter y multicultural. El equipo de la FIL, liderado por su directora general Marisol Schulz, pero en el que participan cientos de personas, entre ellas algunas por las que siento un especial afecto (como la propia Marisol, Laura, Araceli, Lulu, Daniela, Mariño, etcétera), hace un trabajo inmensurable para traer al público mexicano (estudiantes, autores mismos, profesores, público en general) una Feria de Libro única en su tipo porque es una ventana por la cual podemos mirar a otras culturas muy distintas a la nuestra y aprender de ellas pero también porque otras culturas pueden mirarnos y reconocer la riqueza de lo que somos, más allá de la violencia consuetudinaria que los otros (los extranjeros) miran por el televisor todos los días. Esto es que la FIL Guadalajara, contra toda oposición y reticencia, debería significar para todos (incluidos, por supuesto, gobiernos de todos los órdenes: federal, estatales y municipales) una oportunidad para demostrar que somos mucho más que corrupción, violencia e impunidad, y que por eso un proyecto como éste, de una tradición riquísima, debe seguirse respaldando con todo lo que podamos pues será siempre una bendición irreprochable para propios y extraños. No me queda más que agradecer y aplaudir (de pie) a todos los que hacen posible la FIL Guadalajara. La volveremos a esperar con ansias y con los brazos abiertos para el próximo año, así como lo fue este año: igual de majestuosa y entrañable.—
“Universidad de Colima”
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